Monday, May 2, 2011

Tengo ganas de ti

Tengo ganas de ti y de tus ojos sonrientes,
Y de tus formas que andan sin tropezar.
Y de las lineas que te dibujan, de las sombras que te acompañan.

Quiero tocar tu pecho y comprobar que late como el mío.
Quiero ser testigo de tus labios relatando sus historias tan vivas en mis ojos.
Tengo ganas de las miradas que riman tan bien, de la forma en la que hablas y combinas tus palabras.
De como el final de tus frases me es eterno.
De como te oigo cantar, es tu voz la razón para escuchar y captarte en cada respiro, y suspirar por ti.

Tengo ganas de abrazarte y de no soltarte.
Te tomaría con tantas fuerzas como para dejarte mi perfume y respirar siempre el tuyo.

Como todas esas veces que tan fuerte me abrazabas
Aquellas veces que no tenía que acostumbrarme al roce frío del tiempo.
Cuando fuiste mi calor y yo tu aliento.
Cuando en un momento chocábamos para calmar las exigencias de nuestra piel.
De nuestros poros que respiraban más que aire.
Cuando la distancia era buena compañía, cuando el sol salía.
Cuando la luna sonreía.
Cuando eras una partícula que se entregaba en el aire.
Yo te regalaba mi pecho, y tu tomabas mi torso nervioso por tus besos.

Tocarte en cada roce, mirarte de cerca en cada beso.
Acariciar tu pelo, morir contigo y no de ti.
Saber que era feliz y no contaba el incesante tiempo.
Y esperarte. Como ahora no te espero.

Ni espero nada, sólo soy un momento tan perdido y tan estático.
Mareado del licor de sus propios palabras que creen olvidar y olvidan .

No hay izquierda, no hay derecha.
No hay salidas, ni mucho menos entradas.
No hay negro que pinte el blanco de mis recuerdos.
No hay ruido que cese este silencio.
Ni estas letras callan.
Ni estas palabras existen.
Y no existirán porque leerías en balde, tu te irás o ya te fuiste, y yo seré lo nunca fui para ti.
Lo que un momento puede contar o lo que las miradas pueden callar.
Seré lo que nunca fui para ti.

La lluvia y el mundo que no escogí

El humor negro del asfalto empuja lento el atardecer. 
Los túneles se abren y me llevan hacía una furiosa tarde que no escogí. 
Y vago sólo en la prisa que se me dio por regalo un día sin suerte.
Las paredes encierran paredes.
Y las imágenes encierran amor.
La expresión de las avenidas asfixia los locales y enferma a las personas 
de una enfermedad invisible.

Hombres cayendo en linea recta y nadie se da cuenta.
No quiero respirar otra vez, se me olvido como debía de estar vivo.
La lluvia cae del cielo y resbala por mis ojos.
Miro las horas y miro el reloj.
 Y siempre quedan espacios que rellenar de algo casual, divertido, falso aunque sea: 
Lo que sea.

Muevo el mundo para poder encontrar algo me enferme de libertad plena.
Muevo horas, minutos y nunca aparece.
Algo se va y yo me quedo a la mitad.
Esperando que el mismo camino que me aleja, 
sea por fin, 
el que me regresa.